Estaba viendo a un par de niños platicar después de haber ayudado a construir en cooperación con la comunidad, una nueva biblioteca en una escuela primaria pública en el municipio de Juárez (México), cuando uno de ellos, de 7 años, tez morena, chaparrón, juguetón pero muy humilde, toma un libro y una silla, se sienta, lo empieza a hojear y mirar fijamente las imágenes. En eso, el otro, de tez un poco más blanca, de 8 años, alto, pícaro y quisquilloso, conversa con el niño:
—¡Oye! ¿Qué quieres con ese libro? Tú ni sabes leer.
—¡Ah güey! Déjame, estoy viendo los dibujitos.
—Pues a que le tiras, si los libros son para leerse, no para ver dibujitos.
—¡Pues déjame! A partir de ahora voy a aprender a leer porque voy a venir todos los días a la biblioteca porque está bien “chida”.
He tenido la oportunidad de dar cátedra en cuatro universidades en las facultades de arquitectura a nivel licenciatura en la ciudad de Monterrey, y me he encontrado con una constante muy particular: las universidades (al menos en las que he estado) intentan egresar a estudiantes especialistas en AutoCAD y hacer renders sin importar si el alumnos realmente aprendió la importancia de tomar en cuenta a sus clientes y usuarios para poder diseñar.
En una de ellas, tuve que renunciar porque la coordinadora que tenía, buscaba que en una clase de Taller de Proyectos, pusiera un examen con alveolos (preguntas de opción múltiple)… el chiste se cuenta solo. Sin embargo, tuve la oportunidad de conversar con el director de otra universidad en la que no he dado cátedra, pero que he colaborado con alguna forma en proyectos académicos con enfoque social y de proyección real, y comentó algo que al principio me dio muchas vueltas y ahora le encontré una razón muy cierta.
¿Por qué las escuelas de Arquitectura tiene materias, tópicos o especialidades catalogadas cómo Arquitectura Sustentable, Arquitectura Social, Urbanismo Social, Urbanismo Sustentable, Accesibilidad Urbana, Urbanismo y Ciudad, entre otros? ¿Qué no deberíamos estar desarrollando proyectos que engloben todos estos términos? ¿Qué no deberían estar los estudiantes entendiendo cuál es el proceso de entender, desarrollar, proyectar y ejecutar?
Realmente lo pregunto porque no lo sé.
Entonces, ¿cuál es el rol de la academia en la Arquitectura?
Entre mayo y agosto del 2015, trabajé con una quinteta de alumnas en el proyecto de la activación de una biblioteca en una escuela primaria pública del municipio de Juárez Nuevo León. Si, el mismo de la historia que arriba les conté. Entre visitas, diseño, operación, desarrollo, proyección, fondeo y ejecución; las alumnas y la comunidad, hicieron una inversión en el proyecto no mayor a 180 dólares, proyecto que da servicio a más de 300 alumnos, lo ni siquiera representa una inversión de un dólar por niño o niña de la comunidad.
Y no es el monto invertido, sino el tipo de beneficios que se pueden tener bajo un proceso de diseño implementado: hay ocasiones en que los alumnos, con tal de tener una maqueta impresa en madera y 3D gastan más de 1.000 dólares, sin contar la impresión de láminas, planos y presentaciones. No digo que está equivocado, no digo que hacer eso no esté bien, sólo vuelvo a preguntar: ¿cuál es el rol de la academia en la Arquitectura?, ¿qué estamos formando?, ¿qué tipo de diseñadores queremos tener?
Desde mi punto de vista, y reitero, muy particular, creo que las escuelas de Arquitectura no debería dejar graduarse a aquellos alumnos que no hayan pasado por la pala, brocha, martillo, cambiar cables, cambiar tuberías, instalar sanitarios, construir “algo" (me atrevería a decir “lo que sea”), pero que hayan pasado al menos una vez por la realidad que allá afuera les espera; mínimo para que los maestros de obra no se burlen de ellos y sus “selfies” en la construcción.
Es cierto, todos tenemos un objetivo y procesos distintos de aprendizaje, todos tenemos un fin diferente del por qué decidimos estudiar esta hermosa carrera, pero creo que las escuelas de Arquitectura no deberían permitir que los alumnos remitan su aprendizaje sólo a lo que una computadora con los programas de Autodesk instalados les puede ofrecer. La Arquitectura va más allá de un plano, de un render. Bien lo decía Agustín Landa, tal como lo recordaron en un homenaje en su honor en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey en 2015: “Mientras Windows prende y toca su musiquita, yo ya hice tres croquis".
Los estudiantes de ahora nos frustramos si no hay luz, si no hay internet, si se traba el AutoCAD, si la máquina no da la capacidad para hacer un render cuanto antes. Pero creo que la culpa no es de ellos, si no de los catedráticos que se los pedimos. Y me gustaría dejar claro que no estoy en contra de ello, al final de cuentas, la representación es lo que vende, lo que nos da de comer a la mayoría de los arquitectos, pero dudo mucho que ese sea el rol de las escuelas de Arquitectura, y si así lo es, que alguien me avise para dejarlo ya.
Otra de las frases que más me ha encantado escuchar, fue una de Jorge Melguizo, en el evento “Mes de la Ciudad” realizado en el EGAP del ITESM de Monterrey en 2014, quien decía que "los mejores libros de Arquitectura están allá afuera en las calles, no en el último libro de Rem Koolhaas”. Y vaya que cada día que estoy en cátedra le encuentro más sentido: alumnos hablando de las utopías en temas de ciudad, vivienda y accesibilidad, quejándose en redes sociales por todo, pero que no son capaces de agarrar una tarima y transformarla en una banca pública, “desafiando” si así lo quieren ver, a las carencias de las políticas públicas, o la falta de voluntad de muchos de nuestros políticos. Total, eso no importa, porque la pregunta vuelve a ser la misma: ¿cuál es el rol de la academia en la Arquitectura?
Quiero recalcar que no fui el mejor de los estudiantes de arquitectura de mi generación, ni académica, ni de aprendizaje, ni de cumplimiento, incluso, ni de ganas, y claro que me arrepiento de no haber aprovechado todas las oportunidades que ahora conozco, pero a veces pienso que muchas de esas cosas que nunca hice, fue porque ni siquiera sabía que existían, y eso es preocupante, que un alumno no conozca cuáles son las posibilidades que tiene para su formación y profesión, realmente es preocupante, y vuelvo a preguntar ¿cuál es el rol de la academia en la Arquitectura?
En el primer Congreso Arquine realizado en Chile (2014), Jorge Hoehmann, director de la carrera de Arquitectura de la Universidad Mayor, estuvo al mando en un debate sobre esta misma pregunta que ya hecho constantemente con Mauricio Rocha, y la conclusión simplemente fue que claro que es importante el rol de la academia bajo unas aportaciones que se realizaron, pero sin llegar a proponer algo en específico.
No soy quien, ni tengo la décadas de experiencia en la academia, pero como estudiante y catedrático, me atreveré a mencionar cuáles son los diez roles que debería de tener la academia en la Arquitectura:
1. Asegurarse que todos los estudiantes conozcan cuál es la gama de oportunidades que tienen para desarrollarse personal, espiritual y profesionalmente. Si no nos aseguramos, nos quejamos que son apáticos.
2. Asegurarse que todos los estudiantes tengan voz orientada en cuánto a sus propuestas de mejora en los planes de estudio, actividades extracurriculares y convenios con otras entidades tanto públicas como privadas.
3. Asegurarse que todos los estudiantes tengan al menos una experiencia de diseño, gestión, desarrollo y ejecución de un proyecto integral en dónde involucren todos los temas de moda y no moda como arquitectura social, experimental, sustentable, accesible, etc.
4. Permitirles que los estudiantes utilicen sus escuelas como centros de aprendizaje y exploración libre en dónde puedan proyectar sus proyectos e ideas.
5. Mostrarles el trabajo que otras universidades (aunque sean competencia local) están haciendo cuando lo hacen exitosamente, e incentivarlos a que ellos también pueden llegar a esos lugares, aunque cada universidad tenga sus propios objetivos.
6. Incentivar la competencia sana entre sus estudiantes y los de otras universidades para forjar una relación que permita el crecimiento de cada uno de ellos.
7. Invitar a organizaciones civiles, empresas de inversión educativa y gobierno, a que trabajen directamente al menos una vez con los estudiantes para que se involucren en el accionar de la vida real de un arquitecto.
8. Incentivarlos a participar en al menos dos concursos que les permitan explorar formas, funciones y posturas políticas ante diversas circunstancias que les puedan enriquecer en su ideología temprana.
9. Invitar a los egresados jóvenes, maduros y “viejos” de sus respectivas universidades con proyectos exitosos para que compartan sus recorridos de vida y muestren el trabajo que han logrado realizar en sus diferentes etapas.
10. Formarlos como personas y seres humanos que trabajan con otros que son exactamente igual que ellos a pesar de su nivel socioeconómico, pensamiento ideológico, diversidad sexual, diversidad cultural, y todas esas cosas que ustedes ya conocen.
Estoy seguro que una escuela de Arquitectura es mucho más que lo que arriba estoy proponiendo. Sin embargo, también estoy seguro que pocas escuelas han de asegurarse que sucedan al menos la mitad de los diez puntos que se mencionan.
Si la academia no asegura al menos estos diez, entonces no nos sintamos ofendidos cuando nuestros amigos, familiares, conocidos o clientes nos digan "¿Eres arquitecto? Le salieron unas grietas a mi casa, ¿las podrías revisar?".
Eduardo Ortiz es Arquitecto LEED Green Associate, cursando la Maestría en Ciencias Sociales con orientación en Desarrollo Sustentable por la UANL y certificado en Design Thinking por el CEDIM. Catedrático en UANL, UVM, LCI y UMM, ex Director de Architecture for Humanity Monterrey y Fundador de Arquitectura para mi Escuela.